El
ojo humano funciona de forma muy similar al de la mayoría de los
vertebrados y algunos moluscos; posee una lente llamada cristalino que
es ajustable según la distancia, un diafragma que se llama pupila cuyo
diámetro está regulado por el iris y un tejido sensible a la luz que es
la retina.
La luz penetra a través de la pupila, atraviesa el cristalino y se
proyecta sobre la retina, donde se transforma gracias a unas células
llamadas fotorreceptoras en impulsos nerviosos que son trasladados a
través del nervio óptico al cerebro.
Su
forma es aproximadamente esférica, mide 2,5 cm de diámetro y está lleno
de un gel transparente llamado humor vítreo que rellena el espacio
comprendido entre la retina y el cristalino.
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